Un día, Jorgito caminaba por la calle con su mamá cuando escuchó a alguien llorar. Miró al suelo y vió una botella plástica llorando.
- Hola, botella, ¿como te llamas? Y, ¿por qué lloras?
- Hola. Me llamo Botellín y lloro porque me dejaron tirada en el suelo y ahora no me podré reciclar.
- Bueno, no llores, Botellín, -dijeron Jorgito y su mamá- nosotros te ayudaremos a llegar donde tengas que ir para que puedas reciclarte.
- ¿En serio? -dijo Botellín muy feliz- No lo puedo creer. Menos mal alguién me ayuda. Pues como ven, me tienen que llevar a un contenedor que es mi casa.
- Y, ¿cómo es ese contenedor Botellín?
- Pues es verde y redondo y allí me recogerán para poder reciclarme y convertirme en un bonito jarrón o un fantástico vaso.
- Bueno pues , se acabaron los lamentos -dijo la mamá de Jorgito- entra en mi bolso que te llevaremos allá.
Botellín, de un brinco, saltó al interior del bolso de la mama de Jorgito y contentos buscaron el contenedor. Al cruzar la calle volvieron a escuchar un lamento. Jorgito tropezó con un cuaderno roto y manchado.
- ¿Por qué lloras, cuaderno?
- Hola, me llamo Libretina y lloro porque estoy aquí tirada en el suelo y no voy a poder reciclarme jamás.
- No llores, mujer. Mi mamá y yo estamos buscando un contenedor de reciclaje para nuestro amigo Botellín. Si nos dices cuál es tu contenedor te podemos llevar a ti también.
- Seguro, harían eso por mi?
- Claro, hay que reciclar mujer.
- Pues bien, mira mi casa es azul. Allí me recogeran para reciclarme y poder convertirme en un bonito libro o un periódico.
- Pues no te preocupes. -dijo la mamá de Jorgito- Ven y te ayudaremos a llegar a tu casa.
Entonces Libretina saltó y se metió en el bolso de la mamá de Jorgito para llegar a los contenedores de reciclaje. Siguieron contentos, cuando Jorgito tropezó con una bolsa de plástico rota.
- ¡Ay! Casi me caigo.
- ¡Perdona , perdona! – gritó la bolsa- Sé que este no es mi sitio, pero me han tirado aquí y ahora, además de poder provocar un accidente, no voy a poder reciclarme, con lo que me gustaría poder convertirme en un bonito banco de jardín o una valla del parque.
- Y, ¿cuál es tu nombre? – preguntó Jorgito.
- Mi nombre es Plasticor.
- Bueno, Plasticor, mira, llevamos a unos amigos a reciclar. Si quieres, ven con nosotros y nos indicas cómo es tu casa, podríamos llevarte a ti también.
- ¡Oh! Eso sería estupendo. Miren, mi casa es amarilla y no muy lejos de aquí. Yo los guiaré.
Jorgito se agachó a recoger a Plasticor del suelo cuando unos niños que pasaban por allí empezaron a reírse de él.
- Mira ese niño. Le podemos llamar " basurillas" porque va recogiendo toda la basura del suelo.
- ¡Sí! Es un basurero, jajajaj
Los dos, se rieron de Jorgito y su madre, que disgustada por la actitud de los niños, se acerco a ellos. - ¡Oye! , no es un basurilla. Jorgito está haciendo un trabajo muy importante para el planeta que es reciclar.
- ¿Reciclar? ¡Que tontería! Da igual que la basura esté tirada en el suelo.
- De eso nada. -Les dijo Jorgito- Si todos contaminamos como ustedes y nadie clasifica la basura para reciclarla, el mundo será cada vez mas contaminado, sucio, feo y que huele mal, será un basurero enorme. ¿Tú quieres vivir en un basurero?
- Pues, no, ¡claro que no!
- Pues si no quieres que el mundo se vuelva un sitio apestoso y sucio, vas a tener que reciclar, llevar cada cosa a su lugar.
- Tienes razón. A mí no me gustaría que todo estuviese manchado y maloliente.
- Pues ayúdanos a reciclar, verás como es divertido.
Los 2 niños , Jorgito y su mamá llegaron juntos a los contenedores, y empezaron a colocar cada cosa de acuerdo a los colores.
Así, metieron la bolsa de plástico al contenedor amarillo.
- ¡Gracias, chicos! - Gritaba Plasticor, mientras caía al interior.
Luego pusieron a Libretina al contenedor azul.
- ¡Muchísimas gracias a todos!. Y finalmente pusieron a Botellín en el contenedor verde.
- Bueno, Botellín, espero que finalmente seas feliz cuando te reciclen y te conviertas en un bonito jarrón como te gustaría.
- ¡Ójala! Pero esto solo sucederá si gente como tú está dispuesta a colaborar y nos ayudan a llegar a la meta. Así que gracias a todos y espero verte dentro de poco en algún mercado cuando sea por fin un bonito florero.
- ¡Adiós, Botellín! ¡Que seas feliz!. Se despidieron y siguieron felices por la labor cumplida
José Luis Berenguer. 3° Puesto del Concurso "Un cuento para salvar el planeta"
Adaptado para Ecuador: Ballenita Sí