El concepto de soberanía fue visto como aquella facultad del Estado para ejercer el poder sobre su sistema de gobierno, su territorio y su población.
En Ecuador la soberanía se amplió para incluir tres sujetos de derechos que identifica la Constitución Política nacional: personas, pueblos y naturaleza.
La soberanía de la persona incluye los derechos humanos y las libertades fundamentales y la conciencia de que cada individuo tiene derecho a controlar su propio destino y su cuerpo. La soberanía de las comunidades, pueblos y nacionalidades pasa por su derecho a decidir sobre su forma de vivir y de manejar sus territorios e incluye los derechos a vivir como pueblos, incluyendo los pueblos libres. Finalmente la soberanía de la naturaleza consiste en ser considerada un sujeto de derecho, no un objeto de propiedad.
La soberanía, por lo tanto, se hace realidad concreta y se desarrolla con el sumak kawsay. A continuación se analizan algunos tipos de soberanía, con la mira a construir un modelo de vida alternativa para el Yasuní (y el país) (1)
SOBERANÍA ECONÓMICA
La soberanía económica parte de recuperar la capacidad de decisión sobre los modelos económicos para el nivel local y el modo de participar en la economía a nivel nacional. Significa determinar las aspiraciones de la comunidad, incluyendo las de las mujeres (género) y las de los niños, jóvenes o personas mayores (edad).
Esta decisión va más allá de lo que defina un Estado que ha estado ausente en la región amazónica y que, por lo mismo, no conoce sus necesidades aunque quiere apropiarse de los distintos bienes naturales –abundantes en la zona– o utilizar la ubicación estratégica de la Amazonia con fines de política internacional.
Las premisas para alcanzar la soberanía económica local son la producción centrada en el consumo local y regional de alimentos, con acceso a los factores de producción, circuitos locales de comercialización y control democrático de los mercados agrícolas. Esto garantiza un acceso equitativo de alimentos y una
remuneración justa a todos los que participan en este proceso.
Se trata además de que la producción garantice ecosistemas sanos, construya fertilidad y diversidad y evite la contaminación. Es decir, una economía soberana y ecológica. No se basa en la explotación de los bienes naturales, sino en la recuperación de formas armónicas de producción, con una relación respetuosa entre seres humanos y la naturaleza y con la valorización y apertura al trabajo femenino.
Dado que en Ecuador el petróleo es una fuente importante de divisas, parar la extracción petrolera significa buscar otras fuentes económicas. La iniciativa Yasuní-ITT es un primer paso, pero es necesario pensar más sobre cómo avanzar hacia una economía pospetrolera, construyendo soberanías desde lo local.
SOBERANÍA ENERGÉTICA
La soberanía energética plantea tanto el acceso, como el control y decisión sobre las fuentes y usos de la energía. Nace de una profunda crítica a la de pendencia de los combustibles fósiles debido a los impactos ambientales y sociales que genera en el mundo (por ejemplo, el cambio climático), como en los territorios de donde se extrae esta riqueza. La soberanía energética tiene como propuesta central parar las nuevas exploraciones en zonas de bosques naturales, territorios indígenas o zonas frágiles.
La propuesta es abastecer las necesidades locales con fuentes limpias, descentralizadas y de bajo impacto, haciendo uso del potencial energético local. Esto plantea un primer reto: identificar las necesidades energéticas de la zona e identificar cómo satisfacerlas con fuentes y procesos que no generen entropía. La entropía es un concepto de la física que se refiere al desperdicio en los procesos de transformación de la materia. Es la energía que no puede volver a utilizarse y que se acumula en el medio ambiente produciendo contaminación.
Eliminar la extracción petrolera requiere de medidas complementarias pues también se debe eliminar poco a poco su consumo. Para esto es necesario buscar alternativas de generación de electricidad, de transporte y, en general, recuperar otros materiales libres de petróleo.
SOBERANÍA ALIMENTARIA
Es el derecho de los pueblos a controlar el sistema agroalimentario y sus factores de producción, de tal forma que la agricultura familiar, campesina, indígena, de orientación agroecológica, la pesca y la recolección artesanal se desarrollen de forma autónoma y equitativa. De esta manera se garantiza el derecho humano a la provisión permanente de alimentos sanos, nutritivos, suficientes y culturalmente apropiados.
Para ello es necesario recuperar modos de producción y tecnologías ancestrales y ecológicas; generar circuitos económicos solidarios y controlar democráticamente los mercados para facilitar el acceso equitativo y oportuno a los alimentos y remunerar con justicia al trabajo agrícola.
La fertilidad de la tierra es central para la soberanía alimentaria, que debe ser entendida como un ser vivo que necesita y provee. Es imprescindible recuperar hábitos y patrones de consumo saludables y nutritivos.
La soberanía alimentaria es la forma de garantizar el derecho a una alimentación sana, suficiente y que tenga relación con la cultura propia. Ya que la mujer campesina es la mayor responsable del proceso agro-productivo, se requiere equidad en la relación social y cultural.
Para garantizar la soberanía alimentaria es necesario controlar los factores productivos (propiedad de la tierra, agua, semilla campesina, energía y otros) y los procesos de producción de alimentos por parte de los pueblos agricultores y productores de alimentos. En este sentido, se deben promover políticas públicas orientadas a la pequeña producción, y en términos más particulares, orientadas a privilegiar la agricultura familiar campesina, agroecológica, además de la pesca y producción artesanal.
En las zonas ya degradadas, es necesario recuperar los suelos y reconstruir condiciones para la recuperación de los ecosistemas.
SOBERANÍA DE LA SALUD
El principio central es reconocer que la pérdida de salud tiene que ver con la alimentación, la degradación del entorno, las condiciones de trabajo, los cambios de estilos de vida, la presencia de factores contaminantes como la actividad petrolera, etc.
Las tres ‘S’ para sociedades saludables en el sumak kawsay, de acuerdo a Jaime Breilh, son: la soberanía, la sustentabilidad y la solidaridad. La propuesta es recuperar la salud o evitar la enfermedad como consecuencia del desequilibrio personal, social y ambiental dentro de un contexto de respeto y diálogo.
Se trata de mantener o recuperar los conocimientos tradicionales de las comunidades para vivir en armonía con el medio, eliminar fuentes de contaminación y otros procesos destructivos que generan pérdida de la salud.
Es necesario, además, recuperar y fortalecer las prácticas tradicionales de curación y las formas de prevención y el apoyo y unión de la comunidad para el cuidado de la salud y la sanación.
Pero esto no es suficiente, porque en las comunidades locales se han introducido enfermedades nuevas y desconocidas que los sistemas tradicionales no pueden curar. Para ello, es necesario que el Estado dote a la población de centros de salud bien equipados. En esos centros debería haber psicólogos, promotores sociales e incluso promotores de derechos humanos, para que la salud sea vista como algo más completo y no sea considerada solamente como medicalización.
SOBERANÍA CULTURAL
Parte del principio de la interculturalidad. Es decir, reconocer que todos los pueblos tienen su propia matriz o raíz cultural, que incluye lenguas y saberes distintos que deben coexistir y desarrollarse en un marco de respeto mutuo y convivencia pacífica, bajo relaciones de poder equitativas.
Esto es importante para las poblaciones colonas que provienen de diversas partes del Ecuador. Estas poblaciones tienen un legado cultural propio y deben hacer un ejercicio de integración a las culturas tradicionales, manteniendo sus propias raíces culturales.
La soberanía cultural requiere abordar los temas de la educación en un sentido amplio que, por un lado dote de herramientas modernas de excelente calidad a la población, y por otro, recupere las culturas ancestrales que están reflejadas en sus relatos, leyendas, prácticas, ciencia y tecnologías tradicionales. Además, la educación debe fortalecer las formas organizativas comunitarias.
SOBERANÍA TECNOLÓGICA.
El patrón tecnológico construido alrededor del petróleo promueve la acumulación y la depredación, con una inmensa generación de desechos y con la crisis climática global. Sin embargo, a pesar de conocer los problemas que genera la expansión de las fronteras petroleras a niveles local y global, el consumo excesivo aumenta. Esto se debe a que alrededor del petróleo están articulados intereses empresariales y de poder que gobiernan el mundo.
Un cambio de sociedad demanda un cambio de patrón tecnológico, y para esto, recuperar e incentivar alternativas se convierte en una prioridad.
Gran parte de las bases, saberes y conocimientos alternativos están en manos de comunidades y pueblos que, por decisión o marginación, se han mantenido fuera del patrón tecnológico occidental y utilizan e inventan opciones para facilitar el trabajo productivo, además de consumir productos locales orgánicos.
Conviene reflexionar sobre la relación de las soberanías antes descritas con la tecnológica. Por ejemplo, si la energía solar es la fuente de la agricultura sustentable, la energía fósil (petróleo y derivados) es la fuente de la agricultura industrial. La soberanía económica, entonces, estaría bajo la influencia de las redes monopólicas tecnológicas. Se requieren nuevas tecnologías energéticas, de producción, consumo manejo de desechos y transporte.
Extracto del Documento: El Sumak Kawsay es sin petróleo